26 de junio de 2014

Mi parto y el fantasma del VIH [Parte Dos]

Después de que me cerraran la cesárea, fui llevada a la sala de recuperación, antes de poder llevarme a la sala común de maternidad, debía esperar a que pasara la anestesia. Estuve dos horas ahí junto a mi hija, entre tanta medicación lo único que hacia era observar el pequeño bultito que estaba en la cuna de hospital junto a mi camilla. Empezó a llorar, yo inmovilizada por tanta cosa que me habían puesto en los brazos, no podía tomarla, se acerco una enfermera, se la llevo de mi lado y le dio una mamadera con formula frente a mi.

No saben cuanto dolor emocional me causo verla así, de lejos, alimentada por otra mano, con una sustancia que no era natural. Me dolía saber que no podría disfrutar alimentarla con mis pechos, llore en silencio. Luego la enfermera la volvió a poner en su cunita, así pasamos las dos horas, mirando el techo, escuchando esa ampotella que titilaba y nunca terminaba de encenderse.

Empecé a salir de la anestesia, podía mover mis piernas, el médico me fue a ver y me mando a la sala de maternidad, por primera vez tendría a mi hija en brazos, fue un tramo breve, pero abrazaba a mi hija mientras le susurraba el milagro de su llegada. Nos llevaron a la sala común de maternidad, era un salón amplio, algo viejo el edificio, y dentro, compartía la sala con dos mamás que también habían recién tenido a sus bebés. Me dieron algo de comer, no recuerdo bien que era, pero no quise comerlo, con tanto medicamento tenia una horrible sensación en mi boca y estomago, trataba de levantarme para ir al baño, porque decían las enfermeras que era mejor para nuestras cesáreas hacer ejercicio leve (las tres nos habían realizado cesárea de emergencia, por diferentes motivos, claro), el problema era que cada vez que me levantaba, el mundo me daba vueltas, no podía mantenerme en pie. Me sentía débil de espíritu tal vez, porque no podía dejar de pensar si mi hija estaba bien o no.

Llegaba la hora de alimentar a nuestros bebés y veía a las otras madres dándole pecho a sus bebés, yo era la única que debía levantarme a pesar de mi malestar, caminar a una salita aparte, sentarme en un sillón y darle la mamadera a mi bebé, me sentía afligida haciendo eso, trataban de consolarme algunas enfermeras de maternidad, pero era inútil, a medida que avanzaban las horas me sentía débil, como si fuera a morirme de pena.

Después de la leche, podíamos vestir y cambiar el pañal a nuestros bebés... Yo no queria al principio tocar a mi hija, me daba miedo pensar en que si estaba ella enferma o no, la veia tan fragil, la tomaba con delicadeza, le hablaba mucho, le cambiaba el pañal y la ropa y volvía a dejarla en su cuna, no quería meterla a la camilla conmigo. Las otras mamás pasaron todo el día con sus bebes, yo prefería observar a mi hija en su cuna, la miraba fijamente, cuando abría sus ojitos, cuando su mirada se cruzaba con la mía, sus bostezos y le tomaba su manito.

Ya al entrar la noche se acerco mi doctora y me dijo que el primer examen de mi hija dio negativo, a pesar de todo mi malestar, me iluminó la noche, estaba feliz de saber que mi hija estaba bien. Aun así debían darle un jarabe con antirretrovirales a modo de prevención, eso se encargaba la enfermera. Solamente estuvimos dos días en maternidad, el médico fue a ver mi cicatriz y me mando a la casa antes de tiempo, según él tenia muy buena cicatrización y todos mis exámenes estaban dentro de lo normal.

Así que desde ese momento empezaba mi vida como madre seropositiva de una beba libre del VIH




2 comentarios:

  1. Que bella historia, de verdad que cada vez que me informo mas sobre este tema me doy cuenta que tan equivocados estábamos muchoooos y aun exite gente que ignora lo importante que es saber que este Virus del VIH-SIDA es algo tan comun en nuestro paneta que no es justo rechazar ni ignorar esto y menos en este siglo que es tan tratable es ta enfermedad, tan llevadera.a Dios gracias por los medicamentos que existen para llevar una vida igual que otra sin el virus.

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    1. En todo ambito de la vida a veces desconocer un tema produce miedo y rechazo, gracias a los tratamientos actuales, hoy en día puedo disfrutar mi maternidad con mi hija que esta sana.

      Cuidarla y verla crecer, mientras yo sea constante con mis cuidados, quien sabe, hasta mis nietos podre disfrutar!!!

      Gracias por leerme y ver que puedo ayudar a que más personas pierdan el miedo a este tema y vean que convivir con un seropositivo se puede hacer con normalidad.

      Saludos!!!

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