Las comidas para bebé que venden nunca me han dado
confianza, no se puede comparar una papilla de papas con zapallo recién hecha a
una envasada, tanto la consistencia como el sabor son muy distintas a mi
parecer.
Por eso decidí darle de comer solo cosas hechas por mí,
cuando empezara a comer sólidos…
Me gusta cocinar, cada vez que puedo invento algo
nuevo para agasajar a mi marido, Google se convierte en una excelente
herramienta a la hora de buscar nuevas recetas. Pero hay algo que siempre me
preocupa cuando estoy en la cocina… ¿Qué pasa si me llego a cortar? Me daba
miedo pensar que por un pequeñito accidente domestico pueda poner en peligro a
mi familia.
Así que acudí al médico antes de empezar a darle las
papillas a mi hija. Ante cualquier duda que tengo sobre posible formas de
contagio del VIH que pongan en riesgo a mi familia, lo escribo en una libretita
y cuando tengo el control con mi medico se las planteo. No hay que tener vergüenza
de preguntar en un tema que uno desconoce tanto como es el VIH y más aun si una
es mamá y primeriza (el tipo de mamá más preguntona y preocupada jajajja)
“¿Doctora, existe la remota posibilidad de contagiar
de VIH a mi marido e hija si cocino y me llego a cortar?”, la doctora me miro
extrañada, pero creo que al verme tan seria y ansiosa preguntándole, se dio la
amabilidad de explicármelo “con manzanas”.
Me dijo que el contagio se realiza mediante sexo sin protección,
contacto de la sangre infectada con una herida abierta y de la madre al hijo
por medio de la placenta (en caso de carga viral alta y sin tomar el
tratamiento antirretroviral) y por la leche materna. Si me llego a cortar un
dedo, de partida no sale sangre a menos que el corte sea muy profundo, segundo,
una no va a seguir usando un cuchillo con sangre para cocinar y tercero, con
una lavada al cuchillo con agua caliente y cloro, no debería quedar rastros de
sangre (si es que el corte fue profundo y el cuchillo se manchó con sangre) además
si llegó a caer sangre a alguna cosa que estábamos preparando, basta con
botarla a la basura, limpiar el mesón, vendarse la herida, ponerse un guante de
látex y seguir cocinando.
Desde que empecé a prepararle la comida a mi hija
nunca me he cortado, tengo mucho cuidado a la hora de preparar sus comidas y
verla tan feliz como se come las papillas preparadas por mí, no tiene precio.
Puede que no la haya podido amamantar, pero el amor y apego que tenemos a la
hora de sus comidas es invaluable, es a través de la comida una forma de
decirle “¡¡Te amo!!”