27 de julio de 2014

Es hora de comer!!! (Una seropositiva a la cocina)

Las comidas para bebé que venden nunca me han dado confianza, no se puede comparar una papilla de papas con zapallo recién hecha a una envasada, tanto la consistencia como el sabor son muy distintas a mi parecer.

Por eso decidí darle de comer solo cosas hechas por mí, cuando empezara a comer sólidos…

Me gusta cocinar, cada vez que puedo invento algo nuevo para agasajar a mi marido, Google se convierte en una excelente herramienta a la hora de buscar nuevas recetas. Pero hay algo que siempre me preocupa cuando estoy en la cocina… ¿Qué pasa si me llego a cortar? Me daba miedo pensar que por un pequeñito accidente domestico pueda poner en peligro a mi familia.

Así que acudí al médico antes de empezar a darle las papillas a mi hija. Ante cualquier duda que tengo sobre posible formas de contagio del VIH que pongan en riesgo a mi familia, lo escribo en una libretita y cuando tengo el control con mi medico se las planteo. No hay que tener vergüenza de preguntar en un tema que uno desconoce tanto como es el VIH y más aun si una es mamá y primeriza (el tipo de mamá más preguntona y preocupada jajajja)

“¿Doctora, existe la remota posibilidad de contagiar de VIH a mi marido e hija si cocino y me llego a cortar?”, la doctora me miro extrañada, pero creo que al verme tan seria y ansiosa preguntándole, se dio la amabilidad de explicármelo “con manzanas”.

Me dijo que el contagio se realiza mediante sexo sin protección, contacto de la sangre infectada con una herida abierta y de la madre al hijo por medio de la placenta (en caso de carga viral alta y sin tomar el tratamiento antirretroviral) y por la leche materna. Si me llego a cortar un dedo, de partida no sale sangre a menos que el corte sea muy profundo, segundo, una no va a seguir usando un cuchillo con sangre para cocinar y tercero, con una lavada al cuchillo con agua caliente y cloro, no debería quedar rastros de sangre (si es que el corte fue profundo y el cuchillo se manchó con sangre) además si llegó a caer sangre a alguna cosa que estábamos preparando, basta con botarla a la basura, limpiar el mesón, vendarse la herida, ponerse un guante de látex y seguir cocinando.


Desde que empecé a prepararle la comida a mi hija nunca me he cortado, tengo mucho cuidado a la hora de preparar sus comidas y verla tan feliz como se come las papillas preparadas por mí, no tiene precio. Puede que no la haya podido amamantar, pero el amor y apego que tenemos a la hora de sus comidas es invaluable, es a través de la comida una forma de decirle “¡¡Te amo!!”

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